Reflexiones de un escribidor, a septiembre de 2019
Carlos J. Sarmiento Sosa
La historia no es cosa del pasado. Aunque muchas veces la escuela conspire para que así lo creamos, la vida se encarga de demostrarnos una y otra vez es que la historia está acá, ahora, dentro de cada uno; que aquello de «los muertos gobiernan a los vivos» (Augusto Comte), o que en ocasiones el «pasado no pasa, se disfraza» (Elías Pino Iturrieta), es dramáticamente cierto…Se puede saltar de uno (un tiempo) a otro, ir y venir, estar ahora o quinientos años atrás, sin advertirlo.
Tomás Straka
El largo camino de Sefarad
Debates IESA
La historia venezolana registra que durante el nefasto período del llamado socialismo del siglo XXI -ese engendro en el que se combinaron la utopía izquierdista, el autoritarismo militarista de derechas, el oportunismo geopolítico, la ineficiencia de gobierno y el dinero como factor de cohesión derivado en cleptocracia[1]– el fallecido procónsul de los hermanos Castro entró en cólera porque el Tribunal Supremo de Justicia, en una sentencia del 14 de agosto de 2002, declaró que no había méritos para el enjuiciamiento de cuatro altos jefes militares acusados de rebelión por los hechos sucedidos en Venezuela entre el 11 al 13 de abril de 2002; y en una concentración de masas -esas que no deben ni pueden dirigir su propia existencia, y menos regentar la sociedad[2]– que le aplaudía sin tener idea de por qué aquel vociferante Presidente, cual Júpiter tonante de pacotilla, lanzaba improperios contra los integrantes del Tribunal Supremo de Justicia:
«Esos once magistrados no tienen moral para tomar ningún otro tipo de decisión, son unos inmorales y deberían publicar un libro con sus rostros para que el pueblo los conozca. Pusieron la plasta«.
No contento con vociferar a voz en cuello su voluntad de no reconocer la independencia judicial y de amedrentar y arremeter contra la investidura de los magistrados[3] -en una jerga plena de vulgarismos propios de un lugar en el que impera la inmoralidad o la corrupción- al poco tiempo el iluminado de Sabaneta, a través de sus secuaces en la Asamblea Nacional, hizo anular el nombramiento del magistrado Franklin Arrieche Gutiérrez, quien había sido ponente de la aludida sentencia, alegando para ello que éste había falsificado las credenciales para postularse al cargo en el TSJ, incurriendo así en falsa aseveración y en fraude; y, poco tiempo después, los mujiquitas de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia -donde el padre y la madre de la doctrina del colaboracionismo de poderes enseñaban la proskynesis– declararon nula la decisión que tanto habían afectado los apocalípticos planes que tenía en mente el comandante eterno para destruir el Estado de Derecho[4].
Y viene a cuento esta historia porque es evidente que por su formación y su convicción, el fracasado golpista de la década de los 90´s del siglo pasado no podía conducirse dentro de un sistema democrático con separación de poderes y con instituciones independientes pues lo que aspiraba era todo lo contrario, abolir la institucionalidad para instaurar los perversos planes que escondía bajo la máscara de un falsificado bolivarianismo dizque jurado, en unión de otros congéneres, a la sombra del Samanea saman de Güere a escasos metros de la histórica hacienda san Mateo en medio del intenso calor de los valles de Aragua, farsa ideológica que so pretexto de [ … ] reconocer a los excluidos y a los pobres que engrosaban los cinturones de miseria [ … ][5]”, ha conducido a la ruina y destrucción de un país y de todo un andamiaje democrático e institucional que, si bien no era perfecto, soportaba a un Estado de Derecho en una República Civil que había sido modelo de gobernabilidad.
Pudiera pensarse que lo narrado es una repetición de obsoletos libretos similares acaecidos por años en las repúblicas bananeras sometidas a la voluntad de gorilas cargados de charreteras e inmerecidas condecoraciones de hojalata obtenidas por inexistentes méritos militares[6], dedicados a enriquecerse y a mantenerse en el poder en beneficio propio y de sus cómplices y cooperadores, a costa del sacrificio de sus pueblos. Sin embargo, la historia registra un antecedente muy distinto, del que fue protagonista un grande del proceso emancipador, el general Carlos Soublette.
Prócer cercano al Libertador durante la guerra de independencia, con posterioridad a 1830 Soublette se integró al nuevo status político surgido a raíz de la separación de Venezuela de Colombia y optó por acercarse al nuevo caudillo del país, el general José Antonio Páez -lo apodaban el “Ciudadano Esclarecido”, el “Taita”-, por lo que se desempeñó en distintas posiciones como Secretario de Guerra y Marina, Vicepresidente de la República, encargado del Poder Ejecutivo y Presidente Constitucional para el periodo 1843-1847, lo que aprovechó Martín Tovar y Tovar para dejar para la posterioridad el retrato del primer magistrado.
Para 1845, el encrispado ambiente político entre los seguidores del Partido Conservador o los “godos” liderizados por Páez y el Gran Partido Liberal de Venezuela (GPLV) al mando de Antonio Leocadio Guzmán habían alcanzado un elevado nivel de decibeles debido a que los liberales iban ganando posiciones en ciertos cargos a los paecistas; y, éstos, para intentar detener el avance de sus adversarios, acudían a cualquier medio, incluso a procesos judiciales, dentro de los que resaltaba un juicio por conspiración iniciado en la población de Calabozo, en la que los guzmancistas acusaban al juez de pertenecer a las filas del conservadurismo[7].
Como consecuencia de ese proceso, llegó a Caracas el falso rumor de que el funcionario judicial había ordenado la prisión de Guzmán por complicidad con los conspiradores, lo que irritó a unos cuantos seguidores del líder liberal, quienes se lanzaron a las calles de la “ciudad de los techos rojos” vociferando contra Páez.
Mariano Martín Ustáriz y Palacios, a la sazón gobernador de Caracas, al enterarse del tumulto, se dirigió a la casa de gobierno, donde se produjo, según escribió Francisco González Guinán, el siguiente diálogo:
– General, ¿qué debemos hacer en estas circunstancias?
– Eso mismo te pregunto, Mariano; tu eres el Gobernador y yo no soy sino el Presidente de la República.
El gobernador improvisadamente se vio precisado a poner fin a la tumultuosa masa frente al domicilio del jefe del Estado, quien tranquilamente oía el vocerío hasta que los participantes se retiraron del sitio, mientras que los dirigentes de la marcha eran detenidos; y, en medio de las diligencias indagatorias, el Juez de Primera Instancia resolvió citar como testigo de los hechos al Presidente Soublette quien, antes de exponer su testimonio, manifestó al funcionario judicial su extrañeza porque se le emplazara a declarar en una averiguación de un hecho público y notorio, advirtiéndole que aun teniendo dudas de que se tratara de un juicio amañado, comparecía en respeto a la autoridad tribunalicia; y a continuación declaró que “[ … ] llegó una partida de gente al frente de mi casa, y en el corto momento que permaneció allí dio varios gritos, de los cuales solo recuerdo dos, a saber: ¡Muera la tiranía!, ¡Vivan los libertadores de Venezuela!, y luego siguió en dirección al Sur. Ignoro que los hombres que formaban esta partida estuvieran armados”.
Qué diferencia de comportamiento ante el sistema judicial!. La repudiable conducta de un Presidente de la República que solamente contaba con antecedentes militares irrelevantes ejercitados en simulacros bélicos con balas de salva y que había resultado reprobado por su participación en un fracasado push que lo había obligado a una vergonzosa rendición ante las fuerzas leales a la Constitución de 1961, y la noble actitud de otro hombre, también de las armas, con pundoronoso expediente ganado en las batallas que dieron la libertad a Venezuela, cuyo régimen se caracterizó, entre otras cosas, por la búsqueda de conciliación con el sector militarista como hecho fundamental para la consecución de la estabilidad política y el cuidadoso y honesto manejo de los dineros del Estado, tanto por parte del Presidente como de los hombres que lo acompañaron en el gobierno[8].
[1] Véase: Joaquín Villalobos. La gran estafa bolivariana. América 2.1. Disponible en:
https://americanuestra.com/joaquin-villalobos-la-gran-estafa-bolivariana/Consultado el 13 de septiembre de 2019.
[2] Véase: José Ortega y Gasset. La rebelión de las masas. Disponible en: https://filosofiauacm.files.wordpress.com/2010/02/jose_ortega_y_gasset_-_la_rebelion_de_las_masas.pdf. Consultado el 15 de septiembre de 2019.
[3] Véase: Rogelio Pérez Perdomo. Justicia e Injusticias en Venezuela: Estudios de Historia Social del Derecho. Disponible en:
https://books.google.es/books?id=LTBXAgAAQBAJ&pg=PT263&lpg=PT263&dq=destituci%C3%B3n+magistrado+arrieche&source=bl&ots=wqx0DPQFB0&sig=ACfU3U19emLN6gkEC7dWGsRk5Gbofez3JA&hl=es&sa=X&ved=2ahUKEwikr_e71NTkAhWN5OAKHWOkCBwQ6AEwBXoECAkQAQ#v=onepage&q=destituci%C3%B3n%20magistrado%20arrieche&f=false. Consultado el 15 de septiembre de 2019. Véase: EFE. Chávez convoca una marcha contra el Supremo por exculpar a los golpistas. Disponible en:
https://elpais.com/internacional/2002/08/18/actualidad/1029621606_850215.html. Consultado el 15 de septiembre de 2019.
[4] Véase: Carlos J. Sarmiento Sosa. EL DESEMPEÑO DEL SISTEMA JUDICIAL VENEZOLANO EN EL MARCO HISTORICO 1810-2010. Editorial Jurídica Venezolana, Caracas 2015. Disponible en: https://www.amazon.com/DESEMPE%C3%91O-SISTEMA-JUDICIAL-VENEZOLANO-HIST%C3%93RICO/dp/9803652869/ref=sr_1_1?ie=UTF8&qid=1440196305&sr=8-1&keywords=SARMIENTO+SOSA&pebp=1440196319158&perid=1SB6FXB3MSEC3BE8TP8A. Véase: Rogelio Pérez Perdomo. Op. cit. Nota 2.
[5] Véase: 17 de diciembre de 1982: Chávez juró ante el Samán de Güere romper las cadenas de la pobreza. Correo del Orinoco. Disponible en: http://www.correodelorinoco.gob.ve/17-de-diciembre-de-1982-chavez-juro-ante-el-saman-de-guere-romper-las-cadenas-de-la-pobreza/. Consultado el 21 de septiembre de 2019.
[6] DRAE: gorila
Del lat. cient. gorilla, y este del gr. Γόριλλαι Górillai ‘tribu de mujeres peludas’.
- m. Primate antropoide de África ecuatorial, de pelaje oscuro ybrazos más largos que las piernas, que puede alcanzar dos metros dealto.
- m. coloq. guardaespaldas.
- m. despect. coloq. Cuba, Ur. y Ven. Individuo, casi siempre militar, que toma el poder por la fuerza.
- m. coloq. El Salv. militar(‖ hombre que pertenece a las fuerzasarmadas).
- m. coloq. Guat., Nic. y Ur. Policía o militar que actúa con violaciónde los derechos humanos.
[7] Véase: Elías Pino Iturrieta. Soublette y la asonada de 10 de marzo. PRODAVINCI. Disponible: https://prodavinci.com/soublette-y-la-asonada-de-10-de-marzo/?utm_source=Bolet%C3%ADn+diario+Prodavinci&utm_campaign=003a3ca22f-EMAIL_CAMPAIGN_2019_09_09_09_49&utm_medium=email&utm_term=0_02b7f11c26-003a3ca22f-196175769. Consultado el 20 de septiembre de 2019. Sobre el tema, este escribidor se dejará llevar de la sesuda y amena pluma de Pino Iturrieta.
[8] Véase: Diccionario de Historia de Venezuela. Fundación Empresas Polar. Disponible en: http://bibliofep.fundacionempresaspolar.org/dhv/entradas/s/soublette-carlos-gobiernos-de/. Consultado el 29 de septiembre de 2019.