Amables lectores:
Reflexiones al filo de la Navidad 2012 fue la primera publicación correspondiente a la serie que, desde entonces, han aparecido ininterrumpidamente desde enero de 2013 hasta diciembre de 2017, lo que hace un ciclo de cuatro años en los cuales este escribidor ha reflexionado sobre distintos temas nacionales e internacionales que él ha considerado de interés para los amables lectores.
Pues bien, decía Heráclito que «ningún hombre puede cruzar el mismo río dos veces, porque ni el hombre ni el agua serán los mismos»; y consciente de la certeza de la afirmación del filósofo griego, este escribidor ha considerado necesario modificar el título de las Reflexiones y su oportunidad de publicación debido precisamente a que, desde aquel lejano 2013 hasta ahora ha habido importantes cambios en el mundo como, por ejemplo, en los gobernantes de muchas naciones, entre ellas Venezuela, en los adelantos científicos y tecnológicos, en las condiciones políticas, morales y sociales de los distintos pueblos del mundo; y, partiendo de allí, de ahora en adelante las Reflexiones aparecerán tituladas como «Reflexiones de un escribidor» y publicadas una vez al mes para, de esta manera, facilitar la lectura de las mismas, que son una mínima expresión dentro de todo ese enorme flujo de información y de noticias que fluye de Internet y de las redes sociales.
Gracias a los amables lectores que han tenido la paciencia de leer las Reflexiones; e igual agradecimiento a aquellos otros -también corteses, por supuesto- que si bien no las han leído, han padecido el sufrimiento de tener que borrarlas de la bandeja de entrada de sus ordenadores.
Diálogo y negociación.
En Reflexiones a últimos de Febrero 2014 expresó este escribidor:
Suena ingenuo pensar que un autócrata o dictador esté dispuesto a dialogar cuando su agenda política es mantenerse en el poder por medio de la fuerza, incluyendo el costo que pueda implicar la violación de los derechos humanos, sin importarle la opinión de sus adversarios, o la de la audiencia pública internacional.
Ahora bien, qué es el diálogo? Parece importante contestar esta pregunta porque el sustantivo tiene varias acepciones:
Diálogo es la conversación entre dos personas que exponen sus ideas alternativamente, y se le conoce también como coloquio y monólogo.
Diálogo es también la discusión sobre un asunto o sobre un problema con la intención de llegar a un acuerdo o encontrar una solución.
Finalmente, en la literatura, en prosa o en verso, el diálogo se caracteriza porque dos o más personajes conversan y discuten acerca de varios temas, generalmente de tipo filosófico o didáctico.
Pero hay una coloquial acepción y es aquella con la que se califica la conversación en la que los participantes no siguen una lógica con respecto a los temas y argumentos de los demás. Es lo que se denomina DIALOGO DE BESUGOS o DIALOGO DE SORDOS.
A mi entender esta última es la apropiada cuando se da una conversación política en la que el autócrata o dictador simple y llanamente no tiene interés en tratar con sus adversarios, en cuyo caso quien busque el diálogo en esas condiciones estará perdiendo el tiempo.
Quizás lo aconsejable sería que, quien quiera que un autócrata o dictador cambie sus
políticas, opte por la negociación, es decir, el proceso por el cual las partes interesadas resuelven conflictos, acuerdan líneas de conducta, buscan ventajas individuales y/o colectivas, procuran obtener resultados que sirvan a sus intereses mutuos. Pero, para ello, el negociador debe prepararse adecuadamente, así como estar seguros de lo que se va a negociar y nunca perder el enfoque.
Desde aquel febrero de 2014 hasta este de hoy 2017 han transcurrido exactamente 3 años, durante los cuales el 2016 las partes en contienda, o sea, gobierno y oposición, estuvieron gran parte del año promoviendo un supuesto diálogo en el cual, además, metieron sus manos distintos personajes de la política de otros lados y particularmente la egregia figura del popular Francisco, el Papa y el Estado Vaticano, así como venerables miembros de la iglesia católica a través de la Conferencia Episcopal, sin lograr el resultado deseado, a pesar de que aisladamente algunos de esos actores todavía intentan resucitar al fallecido proceso de diálogo.
Y no podía ser que sucediera otro desenlace porque dialogar, que fue lo que intentaron vender, es la conversación entre dos personas que exponen sus ideas alternativamente, la discusión sobre un asunto o sobre un problema con la intención de llegar a un acuerdo o encontrar una solución para evitar caer en el DIALOGO DE BESUGOS o DIALOGO DE SORDOS -que fue ciertamente lo que sucedió-, porque lo que realmente procedía no era un encuentro alrededor de una mesa presidida por capitostes de otras latitudes en un lujoso hotel capitalino, sino una agenda real de negociación, es decir, un proceso por el cual las partes interesadas resolvieran los conflictos existentes, acordaran líneas de conducta, buscaran ventajas individuales y/o colectivas, y procuraran obtener resultados que sirvieran a sus intereses mutuos.
“Nunca es tarde cuando la dicha es buena”. Así que si, en algún momento futuro se abriera una rendija para una negociación franca y sincera -no para el diálogo-, hay que aprovechar la luz y el aire fresco que por ella entre.