Lo determinante, pues, de los procesos de diálogo es aceptar por las partes en conflicto que hay que hacer cambios en las estructuras del poder y después convenir esas mismas partes en los aspectos prácticos de la reconciliación para lograr esos cambios, que erradiquen la violencia y la injusticia, es decir, para encontrar la paz que supere el conflicto que divide a la sociedad. Ese es el caso venezolano.
Román J. Duque Corredor
Defensa de la Constitución para la Unidad Nacional. Fundación Alberto Adriani-Bloque Constitucional, Caracas, 20 de mayo de 2017.
Reflexiones de Octubre de 2018
Suena ingenuo pensar que los autócratas o los dictadores, o los jerarcas de las llamadas “democracias” de baja intensidad, estén dispuestos a dialogar cuando su agenda política es mantenerse en el poder por medio de la fuerza, incluyendo el costo que pueda implicar la violación de los derechos humanos, sin importarle la opinión de sus adversarios, o la de la audiencia pública internacional[1]; y por ello hay que recordar que, durante 3 años, gobierno y oposición estuvieron gran parte del año promoviendo un supuesto diálogo en el cual, además, metieron sus manos distintos personajes de la política de otros lados y particularmente la egregia figura del popular Francisco, el Papa, y el Estado Vaticano, así como venerables miembros de la iglesia católica a través de la Conferencia Episcopal, sin lograr el resultado deseado, a pesar de que aisladamente algunos de esos actores todavía intentan resucitar el fallecido proceso de diálogo, que no ha sido más que DIALOGO DE BESUGOS o DIALOGO DE SORDOS reducidos a encuentros alrededor de una mesa presidida por capitostes de otras latitudes en un lujoso hotel capitalino, sin un plan en el cual las partes interesadas resolvieran los conflictos existentes, acordaran líneas de conducta, buscaran ventajas individuales y/o colectivas, y procuraran obtener resultados que sirvieran a sus intereses mutuos[2].
Como se recordará, a todo eso siguieron unas citas en la República Dominicana que terminaron en un desacuerdo, simple y llanamente porque no había nada que acordar, todo era producto de la pretendida imposición de las condiciones oficialistas que contaban con el descarado apoyo de Zapatero.
Para inicios del último trimestre de 2018 las circunstancias han cambiado. El equipo y Maduro insisten en un imaginario diálogo en el que solamente cree o aparenta creer el inefable exPresidente hispano, pues la postura del mandón de turno y sus secuaces ha sido siempre es la de mantenerse en el poder a toda costa; pero los que fueron sectores opositores que alguna vez creyeron en que la conversación entre dos personas para exponer sus ideas alternativamente y llegar a acuerdos era una fórmula válida para lograr una vía transitoria en Venezuela no existen porque no hay una entidad ni dirigente alguno a los que puedan considerarse que representen a la sociedad venezolana que disiente de las políticas de Maduro y sus secuaces.
Los partidos políticos ilegalizados o reducidos a su más mínima expresión ante la falta de credibilidad que les afecta, los dirigentes políticos más resaltantes de la actualidad en la prisión o en el exilio[3], aunque hay algunos de ellos, como -María Corina Machado, que todavía enfrenta a la dictadura- que están claramente convencidos de que el llamado de Maduro al diálogo es una farsa, una puesta en escena que no pasaría al género de ópera bufa ni siquiera con la ofrecida postulación de España como país facilitador[4] y menos sin la aprobación de La Habana[5].
Ante esas condiciones, hay que concluir en que, de procurarse un diálogo, no habría un temario serio y sincero porque de antemano se conoce la agenda de Maduro et al -ganar tiempo para seguir asidos al poder-; y por otro lado, un liderazgo que ejerza la dirección y vocería del cambio capaz de constituirse en contraparte con quien negociar[6]. De hecho, Henrique Capriles Radonsky finalmente ha admitido que “una agenda común nacional es urgente”[7].
Así que si, en algún momento futuro hubiera un para qué y un con quién dialogar sobre una negociación franca y sincera habría, que aprovechar la luz y el aire fresco que por ella entre[8].
Referencias:
[1] Véase: Carlos J. Sarmiento Sosa. REFLEXIONES 2012-2014. Amazon.com. www.amazon.com
[2] Véase: Carlos J. Sarmiento Sosa. Reflexiones de un escribidor febrero 2017, reproducida en Reflexiones de un escribidor octubre2017. www.carlosjsarmientososa.com
[3] Véase: Sadio Garavini di Turno. La oposición. AIPOP. Boletín 338 de 14 de septiembre de 2018. Véase: MARK FEIERSTEIN. Options to get Maduro out are limited and unpleasant. THE HILL. Disponible en: https://thehill.com/opinion/international/408927-options-to-get-maduro-out-are-limited-and-unpleasant. Consultado en 29 de septiembre de 2018.
[4] Véase: Sánchez ofrece a España como país «facilitador» para una solución en Venezuela. Informe21.com. Disponible en: https://informe21.com/politica/sanchez-ofrece-a-espana-como-pais-facilitador-para-una-solucion-en venezuela.. Consultado en 27 de septiembre de 2018.
[5] Véase: Pedro Benítez. Alnavio. Las democracias no saben qué hacer con el gobierno de Nicolás Maduro. Disponible en: https://alnavio.com/noticia/15030/firmas/las-democracias-no-saben-que-hacer-con-el-gobierno-de-nicolas-maduro.html. Consultado en 27 de septiembre de 2018.
[6] Véase: Benigno Alarcón Daza. Cómo producir una transición democrática en Venezuela. PRODAVINCI. https://prodavinci.com/como-producir-una-transicion-democratica-en-venezuela/. Consultado en 27 de septiembre de 2018.
[7] Véase: Luis Alfredo Ledezma. Agenda común urgente pidió Capriles ante debacle de Maduro por no contar con “petrochequera demagoga”. CARAOTA DIGITAL. Disponible en: http://www.caraotadigital.net/nacionales/agenda-comun-urgente-pidio-capriles-ante-debacle-de-maduro-por-no-contar-con-petrochequera-demagoga/. Consultado en 1 de octubre de 2018.
[8] Véase: Sarmiento. REFLEXIONES 2012-2014.