Falacia
De acuerdo al DRAE, el adjetivo falacia tiene dos significados:
Engaño, fraude o mentira con que se intenta dañar a alguien.
Hábito de emplear falsedades en daño ajeno.
Pues bien, el Presidente de Bolivia, Evo Morales, al arribar a Venezuela el 5 de marzo de 2014, declaró ante los medios:
“Es nuestra obligación defender a presidentes electos por el voto de los pueblos en toda América Latina y el Caribe…”.
Esta afirmación, que no es novedosa porque otros falaces han insistido en ella antes que el ex dirigente cocacolero, es una falacia porque el derecho a elegir es parte de la democracia y no se limita a las áreas geográficas aludidas por éste, sino que se extiende a todos aquellos países del orbe donde rige el sistema democrático, producto de elecciones auténticamente libres.
Y precisamente el 12 de marzo, la Presidente de Chile, Michelle Bachelet, el 12 de marzo, al día siguiente de su toma de posesión, al referirse a la situación que vive Venezuela dijo:
“Jamás apoyaremos a ningún movimiento que de manera violenta quiera derrocar a un gobierno elegido libre y constitucionalmente”.
Como se observa, la mandataria que se reestrena incurre en el mismo engaño que el boliviano.
La simple elección, per se, no legitima a un gobernante, pues bien puede haber sido elegido popular y constitucionalmente y luego distanciarse de la democracia por violaciones a los derechos humanos o incurrir en infracciones inconstitucionales, con lo cual no existiría obligación de defenderle por el solo hecho de haber sido elegido en comicios, sino, al contrario, el repudio de su régimen, en lo internacional mediante el rechazo de la comunidad de naciones y en lo interno por el legítimo derecho a la desobediencia civil o cualquier forma pacífica -no violenta- de hacer resistencia.
Por otro lado, olvidan estos mandatarios que la elección de presidentes no constituye un dogma de fe, aunque el principio general es que la elección, como proceso, debe ser transparente, es decir, inobjetable; pero hay lamentables e injustificadas situaciones que ocasionan comicios viciados, algunos en los cuales el resultado es producto de la trampa electoral (tramparencia?) a consecuencia de hechos fraudulentos -alteración de actas, por ejemplo-, y otros que devienen del uso y abuso de la posición dominante de un contrincante sobre los otros competidores, como es el caso de la utilización desmedida de los recursos del Estado en favor de un candidato.
En fin, una falacia que, lamentable y torticeramente, se ha generalizado pretendiendo hacer creer que el solo hecho de la elección popular y constitucional da legitimidad a un gobierno, una patente de corso de pacotilla para hacer lo que le venga en gana, hasta desaparecer el estado de derecho. La inteligencia ajena debe ser respetada.
Venezuela: 99/99 y 16/16
En el informe rendido en 2013, la ONG norteamericana THE WORLD JUSTICE PROJECT (WJP), una organización con sede en Washington D. C. y en Seattle WA, concluyó en los siguientes términos:
“Venezuela es el país con peor desempeño en la región en la mayoría de las dimensiones que conforman el estado de derecho. La responsabilidad y rendición de cuentas del gobierno es débil (quedando en el antepenúltimo puesto del ranking mundial), la corrupción está muy extendida (puesto número ochenta y uno), el crimen y la violencia son comunes (puesto número noventa), las instituciones gubernamentales no son transparentes y la justicia penal no es efectiva (quedando en el último lugar en el ranking mundial). El país también muestra serios problemas para garantizar algunos derechos fundamentales, como el derecho a la libertad de expresión y el derecho a la propiedad privada. Los derechos de propiedad son débiles. La mejor puntuación de Venezuela se da en las áreas de libertad religiosa, acceso a las cortes civiles y protección de los derechos laborales”.
Pues bien, en días recientes, el Índice de Estado de Derecho 2014 de la misma WJP ha rebajado a Venezuela a la posición número 99/99 de la tabla general mundial y al sitio número 16/16 entre las naciones latinoamericanas analizadas, y ha concluido:
«Venezuela es el país con el desempeño más pobre de todos los países analizados, mostrando tendencias decrecientes en el rendimiento de muchas de las áreas en relación con el año pasado».
El informe abarca distintas áreas atinentes a un estado de derecho y señala al efecto:
«El país ocupa el último lugar en la rendición de cuentas por parte del gobierno debido a una creciente concentración del poder ejecutivo y a un sistema debilitado de pesos y contrapesos a la actividad del mismo. La corrupción ocupa un lugar preponderante (en la posición 90 y el último en la región); los órganos administrativos padecen de ineficiencias y falta de transparencia en su actividad; y el sistema judicial, aunque relativamente accesible, pierde posiciones debido a una creciente interferencia política”.
Otro aspecto que todo habitante en Venezuela conoce y sufre, y que el informe indica con preocupación, es el aumento de la criminalidad y la violencia, así como las violaciones a los derechos fundamentales, particularmente al derecho a la libertad de opinión y expresión, así como el derecho a la privacidad.
El índice coloca a Dinamarca (Europa Occidental y Norte América), Uruguay (Latinoamérica y el Caribe), Botsuana (Sub-Sahara Africano), Nueva Zelanda (Este de Asia y Pacífico), Georgia (Europa del Este y Asia Central), Sir Lanka (Sur de Asia), y los Emiratos Árabes Unidos (Oriente Medio y Norte de África) como los países que ocupan el primer lugar en las áreas geográficas mencionadas.
Afortunadamente, no todo fue tan negativo en Venezuela: Los mejores puntajes obtenidos se encuentran en las libertades religiosas, el acceso a la justicia civil y la protección a los derechos laborales.Luego de considerar el informe, el travieso duendecillo que habita en la mente me hizo una pregunta:
Estará Venezuela en el camino correcto y el mundo equivocado?
Los Derechos Humanos, la Corte Penal Internacional y la jurisdicción internacional.
Uno de los principios fundamentales tratados en el Derecho Internacional ha sido el de la soberanía, entendido, lacónicamente, como el derecho que tienen los pueblos de elegir a sus gobernantes, hacer sus leyes y hacer respetar su territorio.
(Este artículo es una edición de otro publicado con el título “Derecho Internacional Humanitario” en El Universal, de Caracas, el 13 de marzo de 2014).
Pescuezo no retoña
En la política, en cualquier país, hay anécdotas y cuentos, leyendas e invenciones, algunas trágicas y otras divertidas. También prudentes.
Esta vez se trata de una historieta que, según parece, tuvo lugar el 22 de enero de 1958, el día previo al inolvidable 23 de enero.
El 15 de diciembre de 1957, había tenido lugar el plebiscito para facilitar la continuación del gobierno del general Marcos Pérez Jiménez, con el beneplácito del Congreso Nacional que apoyó la fraudulenta jugada permitiendo que el dictador iniciara un nuevo mandato presidencial para el período 1958-1963; pero resulta que, en los días subsiguientes, comenzó una ardua tarea por la libertad, llevada adelante por los estudiantes y la histórica Junta Patriótica, junto con los partidos políticos, quienes movían clandestinamente las acciones contra la dictadura.
Para el 1 de enero de 1958, es decir, apenas a 15 días del plebiscito, un grupo de militares se alzó contra el régimen fracasando en su intentona, pero Pérez Jiménez optó por modificar su gabinete ministerial, removiendo al ministro de Relaciones Interiores y al Jefe de la Seguridad Nacional y efectuando una serie de nombramientos que no fueron del agrado general, por lo que el 21 de enero se produjo una huelga general.La situación se estaba poniendo cada día más tensa porque la oposición iba ganando adeptos, principalmente entre las fuerzas militares, al punto que el 21 de enero se produjo una huelga general; y reunido Pérez Jiménez con su equipo más íntimo el 22 de enero, cuéntase que el general Luis Felipe Llovera Páez, anticipando la debacle y temiendo por su vida, le dijo:
“Marcos, vámonos. Pescuezo no retoña”.
Frases Históricas
Durante la II República Española hubo distintos ingredientes que dieron al traste con ese ensayo democrático en 1936 y que originaron la terrible y fratricida guerra civil que asoló a España hasta 1939; y dentro de esas actuaciones caben mencionar dos, específicamente: La beligerancia y la violencia.
La beligerancia consistía en la intolerancia hacia los adversarios -las derechas-“ a quienes no se les daba cuartel y constantemente se atacaba y perseguía desde las filas del gobierno, los sindicatos afectos, las “bandas armadas del régimen”, en fin, las izquierdas.
Esta beligerancia alcanzó sus mayores decibeles en el primer trimestre de 1936 y, en una sesión de las Cortes del 16 de junio de 1936, el parlamentario Juan Ventosa, profirió estas palabras en tono de reclamo:
“…si el gobierno no está dispuesto a dejar de ser beligerante, para imponer a todos por igual el respeto a la ley, vale más que se marche, porque por encima de los partidos y combinaciones está el interés supremo de España, que se halla amenazada por una catástrofe”.
La violencia también subió de tono en el mismo período, agravada con el asesinato por hordas oficialistas de José Calvo Sotelo, diputado de oposición, lo que obligó días después al también parlamentario José María Gil Robles a quejarse vehementemente en la sesión de las Cortes del 15 de julio de 1936 en los siguientes términos:
“Os engañáis profundamente: cuanto mayor sea la violencia, mayor será la reacción; por cada uno de los muertos surgirá otro combatiente. Vosotros, que estáis fraguando la violencia, seréis las primeras víctimas de ella…Ahora estáis muy tranquilos porque véis que cae el adversario. Ya llegará un día en que la misma violencia que habéis desatado se volverá contra vosotros”.
A los tres días de estas palabras, el 18 de julio de 1936 se inició el alzamiento militar, la guerra civil y la larga dictadura del generalísimo Francisco Franco.
Orgullo de gobernante
Todo gobernante debe sentir satisfecho al dejar el cargo cuando observa que las cifras que arrojan las estimaciones económicas sobre su desempeño son sobradamente positivas.
Beligerancia, violencia y soberbia
Narra el historiador británico Stanley G. Payne en “El colapso de la República” que en los agónicos días de la II República Española el país se encontraba totalmente dividido entre los seguidores del gobierno -los grupos de izquierda, anarquistas, sindicalistas, separatistas, “bandas armadas del régimen”- y los de oposición -democráticos, monárquicos, de derecha, falangistas con sus brigadas de choque- debido fundamentalmente a la beligerancia y a la violencia que se imponía desde la cúpula gubernamental y de los partidos del Frente Popular.
Un comentario en “Reflexiones a últimos de Marzo de 2014”